Hay muchas maneras de pasar el verano y todas buenas seguramente. El mío este año ha tenido dos claros protagonistas: música y amigos. Sin duda son dos de los ingredientes principales en mi vida, así que, aderezados con el bañador y la toalla, han hecho un gazpacho de los buenos. La caravana festivalera nos ha llevado desde el BBK Live hasta el Sonorama, pasando por el FIB y el Santander Music Festival. Ha sido un recorrido bastante completo, muy popero, con grandes nombres propios, pero con espacio para otros estilos, viejos rockeros que nunca mueren e importantes descubrimientos que ya forman parte de mi playlist.
Los fijos. No han faltado prácticamente a ninguna cita este verano. Han dado un salto importante en todos los carteles, pasando de ser “segunda línea” a cabeza de cartel. Creo que no han defraudado a casi nadie con sus directos. Hablamos de Lori Meyers y Supersubmarina. Los primeros ya demostraron sus cualidades encima del escenario el año pasado, pero las aportaciones de su nuevo trabajo “Impronta” han completado un directo casi perfecto. El salto de Supersubmarina ha sido mucho mayor. La gira “Santacruz” les ha dado la seguridad que les faltaba y sus temas más potentes se han convertido en clásicos para el público indie. Muy de agradecer su sorpresa en la Plaza del Trigo de Aranda, como homenaje a sus inicios.
Los grandes. El BBK este año venía muy fuerte y nos acercó a tres bandas de primer nivel. Depeche Mode abrió el fuego, contentando por igual a jóvenes y menos jóvenes, con un directo sin fisuras. Kings of Leon demostraron que ya están entre los grandes y sus clásicos fueron de lo más coreado del festival bilbaíno. El último día nos esperaba Green Day, reyes indiscutibles del punk, para demostrar que cada día están más en forma. Santander no se quedó atrás. El cartel lo encabezaba Keane, que dejó bien claro que la apuesta por la calidad musical nunca falla. Por su parte, Calvin Harris nos llevó de la Campa de la Magdalena a Ibiza pinchando sus mejores temas.
Los nuevos. Ha sido un verano de descubrimientos y de confirmaciones. En Bilbao nos sorprendieron The Hives, banda sueca con una puesta en escena espectacular. Por Santander asomaron The Bright, a los que aún les falta un verano y L.A., mayorquines ya “veteranos” que me han ganado para siempre. Y del Sonorama nos llevamos las confirmaciones de Izal (alias “escenario principal”) y Tuya, a los que seguro veremos en la zona de conciertos el próximo año; además de apuestas arriesgadas como la banda de Ángel Stanich, menudo crack.
Los veteranos. Los 80 también han estado presentes en las voces de Loquillo, rey indiscutible del postureo, un Jaime Urrutia exprimiendo al máximo sus temas más clásicos y Fangoria, de quienes se habló de play back, pero que ofrecieron un buen espectáculo tirando de oficio.
Paso palabra. Con tantos grupos en cartel tiene que haber decepciones. Para mí suspenden dos grupos: los enigmáticos Hidrogenesse. Todavía me planteo si aquello era un concierto. Y los omnipresentes Dorian. Tenía muchas ganas de verlos en directo, pero no se le puede sacar más partido a una canción. A Dover le dejaremo en un «ni fu ni fa». Un homenaje a sus 15 años de carrera merece mucho más.
El momento. Sábado 17 de agosto, Aranda de Duero (Pza. del Trigo – Pza. de la Sal). Impresionante. Dos plazas a reventar de gente y de buena música. En la Plaza del Trigo abrió el fuego Ángel Stanich contagiándonos de su buen rollo y remató la faena Izal ante un público completamente entregado. Después los dj´s de Mi Pequeña Radio revolucionaron durante tres horas la Plaza de la Sal haciendo que la gente se olvidase de que los grupos “principales” empezaban a sonar en la zona de conciertos en apenas una hora. Ambiente 100% festivalero.
Y hasta aquí la crónica de un verano que reafirma mi apuesta por los nuevos grupos y, sobre todo, por la música en directo. ¡Que no pare la música!
Un Clavo Ardiendo 