Hace unas semanas conseguimos reunirnos casi todos los amigos en una convocatoria navideña; un día de esos en el que los astros se alinearon para que casi todos pudiéramos estar allí. Esa noche llegaron los de Nueva York y los que se fueron a Brasil; vinieron de Estambul, de Lyon y de Escocia, algún recién aterrizado de Buenos Aires… Y en la barra hablamos de los que se han ido a Miami, a Polonia o Australia.
Durante un momento caí en que los que tenemos teníamos la suerte de vivir y trabajar en Madrid éramos los menos en aquel bar y, sin embargo, ya no éramos los más afortunados. En el fondo, muchos de nosotros, escuchamos sus historias de fronteras, cous-cous y diccionarios con cierta melancolía y nos gustaría formar parte de esas familias pasajeras que se crean entre españolitos de ultramar.